No, boludo, te equivocaste
Con el tiempo comenzaron a viajar los dirigentes peronisas a Madrid. Ella1 todavía no quería hablar. Un día sonó el timbre del departamento de Ricardo Fabris y la empleada le comunicó que dos señores lo buscaban. "Uno tiene cara de mono", apostilló. Eran Horacio Calderón y Carlos Saúl Menem, que venían de un viaje a Trípoli2.
Menem: ¿Te parece que la vaya a ver?
Fabris: No te lo aconsejo.
Sabía que Isabel lo calificaba de "pintoresco". Luego de un rato de conversación, cuando se estaban despidiendo, Menem le dijo: "Me convenciste, no la voy a llamar".
Al día siguiente, sonó el teléfono de la casa de Fabris. Una voz masculina, con tonada riojana, preguntaba: "¿Es la casa de la señora de Perón?".
"No, boludo, te equivocaste, es mi casa".
"1982", Juan Bautista Yofre, Editorial Sudamericana, 2011