Informe #1 desde la TdNM

Volví. Volvimos. ¿Volveré?  Cuanto más tiempo paso acá, más atrapado me siento. Llegué con un propósito por resolver. Para resolverlo e irme. Desde que pisé la tierra cada día aparece un nuevo motivo para quedarme. Así es Buenos Aires. Rencorosa por haberme ido, me pone miles de trabas para no volver a dejarme ir.

Acá los problemas abundan en cada esquina. Allá, los líos existen, pero la tranquilidad también. En la Tierra del Nunca Menos todo parece empeorar. “Antes de fin de año se va todo a la mierda”, “Cada 10 años en este país tenemos una nueva crsísis”, “Va a ser lo mismo que en 2001, acordate”. No me quiero acordar: con la de principio de siglo me sobra como para no querer revivirla. La paranoia, el estrés y la puta que lo parió fomentan la sensación del colapso inminente. Lo que cuesta 3, ayer costaba 2 y mañana costará 4. Lo vertiginoso de esos aumentos exponenciales vaticinan una explosión. Pero ese no es el problema. Acá estamos acostumbrados a que las cosas estallen. Lo importante es pararse a cierta distancia, para que la onda expansiva no nos toque. El verdadero problema es que cada día estamos más cerca del lugar de impacto de los escombros.

Hoy fui a pagar la luz: tercer intento luego de un Rapipago con kilométrica fila a 6 grados de temperatura y después de un Pago Fácil que se negó a cobrarme porque la factura estaba vencida. No hubo caso: una medida de fuerza tenía cerrado el edificio de Edenor sobre la calle Bulnes. “Medida de fuerza”. Las medidas de fuerza se repiten con asiduidad en la TdNM. Son moneda corriente. Casi tan corriente como las monedas de 50 falsificadas que todos sabemos aceptar, excepto las caprichosas máquinas de los colectivos. Casi tan corrientes como esos billetes que de tan gastados parecen que van a desaparecer.

Escribo de prisa por miedo a que me corten el suministro eléctrico. Escribo de prisa porque así se vive en la TdNM.

Buenos Aires todos los días encuentra una buena excusa para posponer mi regreso. Un castigo que no sé si estoy dispuesto a asumir. Pero no hay alternativa: es tomarlo o sucumbir ante el intento de esquivarlo. De momento sigo en pie. Espero sobrevivir otro día. Si es así, daré cuenta de ello en un nuevo informa desde acá.

El Argennauta.
5.7.12 

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